historia de los bares

En los últimos 120 años, los primos más modernos de las tabernas nos han acompañado en grandes y pequeños momentos, desde un brindis cualquiera hasta un gol en el último minuto de la prórroga en la final de un mundial. Y a lo largo de las décadas han cambiado tanto como lo hemos hecho nosotros mismos.

Ocio, comida, reunión, risas, llantos, euforia, conversación… Todo tiene cabida en ese espacio abierto entre la barra y la terraza. Refugio de los juegos más clásicos o espacio de alta tecnología, los bares forman parte de nuestra vida y llevan adaptándose a ella demasiado tiempo como para no rendirles ahora un homenaje. Así han cambiado los bares para seguir siendo ese sitio del que no queremos salir.

La modernidad llega a las tabernas

Desde antes de que Don Quijote confundiese ventas con castillos, desde antes, incluso, de las tabernae vinariae de la Antigua Roma, las tabernas iluminaban cruces de caminos y eran lugar para descansar e intercambiar información. Sin embargo, algo pasó en los albores del siglo XX que elevó la altura de los taburetes y cambió mendrugos de pan por montaditos.

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