entrevista a saul craviotto y teresa portela

Una es de mar y el otro de río. Uno catalán (aunque asturiano de adopción) y la otra gallega. Solo son detalles, y poco más, lo que diferencia a Teresa Portela de Saúl Craviotto. Por sus venas corre el mismo espíritu olímpico. Ambos forman parte de esa generación que ha puesto al piragüismo español en el mapa. La que nos ha acostumbrado a que palistas y medallas sean dos palabras irremediablemente unidas.

Aunque con dos años de diferencia, sus historias transcurren paralelas. Se subieron pronto, muy pronto, a una piragua. Entrenaron como el que más. Fueron precoces a la hora de entrar en la selección española. Atesoran un palmarés envidiable. Y los dos buscarán sumar más medallas en los Juegos Olímpicos de Río 2016.

“Mi padre también era piragüista, así que me subió a una piragua con uno o dos años”, explica Craviotto, aunque su primer recuerdo a los mandos de una es con siete años. Un poco más tarde, a 1.000 kilómetros de distancia y en la ría de Aldán, en Pontevedra, se iniciaba Teresa Portela. “Con nueve años solo pensaba en pasármelo bien. Y después, poco a poco, fueron llegando las oportunidades”, destaca la gallega, que va por sus quintos Juegos Olímpicos.

Craviotto ya sabe lo que es ganar una medalla olímpica (oro en Pekín 2008 y plata en Londres 2012). A Portela se le resiste, pero tiene más de 30 medallas entre mundiales y europeos. Casi nada. Ante semejante trayectoria, la pregunta cae de cajón: cuál es su secreto. Y resulta, que no hay ninguno inesperado.

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