vacuna de la viruela

El 8 de mayo de 1980, el planeta Tierra se declaraba libre de viruela. Se firmaba la primera, y casi única, victoria del ser humano contra el ejército de los virus. La batalla había sido larga y dejado demasiadas víctimas por el camino. La suerte de la humanidad había empezado a cambiar un día cualquiera en el puerto de A Coruña. Despertaba el siglo XIX y 22 niños huérfanos se embarcaban en una vuelta al mundo que cambiaría la historia de la medicina y de nuestra especie.

“En el otoño de 1803 se hizo a la vela la Expedición Filantrópica de la Vacuna, dirigida por Francisco Javier de Balmis, que conduce una caravana infantil con rumbo al Nuevo Mundo para transportar la vacuna y prevenir las epidemias de viruelas”. Así arranca ‘La vuelta al mundo de la expedición de la vacuna’, escrito por Gonzalo Díaz de Yraola y publicado por el CSIC en 1948. Y así arranca también nuestra historia de aventuras, lejanas colonias y héroes anónimos.

Una plaga de 12.000 años

Desde hace un par de años, Isabel Zendal tiene una calle en su ayuntamiento natal, Ordes. Y sus apellidos dan nombre al premio nacional de enfermería de México, el ‘Cendala Gómez’. Aun así, su historia a bordo de la corbeta María Pita es menos conocida de lo que podría esperarse. Esta enfermera coruñesa fue una pieza clave en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, liderada por Francisco Javier Balmis. Sin su trabajo, quién sabe qué hubiera sido de la humanidad en su larga lucha contra la viruela.

Como en tantas historias de ciencia, es inútil buscar héroes individuales. El conocimiento se acumula de generación en generación, desborda fronteras, crece en múltiples direcciones. Y un buen día, se alcanza el objetivo. Aun así, la erradicación final de la viruela lleva el nombre propio de Donald A. Harreson, director de la última gran campaña de vacunación contra la enfermedad (1967-1977). Y no podría entenderse tampoco sin Edward Jenner, quien desarrolló la primera vacuna en 1796.

Seguir leyendo en Nobbot.