historia de los puentes

Puente es una palabra de origen latino. No es de extrañar, ya que los romanos fueron excelentes constructores de puentes. O al menos esa fama se ganaron. El Ponte dei Quattro Capi lleva en pie desde 62 años de que iniciase nuestra era. El de Trajano, sobre el Danubio, mantuvo el récord de puente más largo del mundo durante más de un milenio gracias a sus 1.135 metros. Pero los romanos no fueron los primeros, ni, claro, los últimos, en hacer que sus carreteras alzasen el vuelo.

Su palabra pontis, de hecho, viene del protoindoeuropeo y significa paso, vía y camino. El puente de Kazarma, en Grecia, es una de las primeras obras de este tipo de las que se tiene constancia. Con cuatro metros de altura y 22 de largo, marcó un antes y un después en el 1.300 antes de Cristo. Medio milenio más tarde se levantaba en la actual Turquía el Puente de las Caravanas, que todavía sigue en pie y en uso, soportando el paso de vehículos pesados que tardarían más de 3.000 años en inventarse.

Ejemplo del ingenio humano, paradigma de la ingeniería, inspiración para el cine y la literatura… Los puentes, como los túneles, nacieron para vencer los obstáculos que la geografía planteaba al ser humano y su ansia de movimiento. Y han terminado en convertirse en todo un emblema de la civilización a lo largo de los siglos.

Símbolos de la ingeniería humana

En los primeros años de nuestra era se levantó, sobre el río Guadalquivir, el puente romano de Córdoba. Sus más de 330 metros de largo son conocidos, más que por su antigüedad, por haber dado vida al puente largo de Volantis en la quinta temporada de Juego de Tronos. El cine y la literatura se han apoyado en la simbología y la grandiosidad de los puentes en numerosas ocasiones. A cambio, los han convertido en infraestructuras inolvidables.

La lista de películas que se han rodado sobre el puente de Rialto, en Venecia, es interminable. Al igual que la de escenas con el puente de Brooklyn de fondo, o el Golden Gate en San Francisco. Algunos viaductos han sido incluso protagonistas, como los de Madison o el construido sobre el río Kwai. Pero muchos otros han logrado pasar a la historia sin los fuegos de artificio de Hollywood. Simplemente por lo que son: grandes obras de ingeniería.

“Hay pocas obras de ingeniería más hermosas que la resultante de la construcción de un puente arco, limpio, estricto y ordenado, saltando entre las laderas de dos montañas. El equilibrio y la potencia que transmiten configuran nuestra manera de ver las obras en la naturaleza”. Así rememora su trabajo el ingeniero de caminos Javier Manterola en el libro ‘Ferrovial en la mirada de José Manuel Ballester’.

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