smart city líder

Cada ciudad es un mundo en miniatura. Una pequeña colmena perfeccionada a lo largo de una historia que, en muchos casos, se extiende durante siglos. Cuando los seres humanos empezaron a congregarse en ciudades, surgieron desafíos entonces desconocidos. Hoy, más de la mitad de la población global vive en entornos urbanos.

En las próximas tres décadas, el porcentaje aumentará hasta el 70%. Y nuevos desafíos, conocidos y desconocidos, se agolpan en el horizonte cercano. Las grandes urbes del planeta se preparan para superarlos.

Dotar de inteligencia a las ciudades es uno de los grandes objetivos del siglo XXI. No se trata de llenarlas de tecnología, que también, sino de convertirlas en lugares más seguros, menos contaminantes, más eficientes, mejor gobernados y más conectados. Las smart cities engloban multitud de conceptos y niveles. El IESE Business School, de la Universidad de Navarra, es una de las instituciones que intentan medir la evolución de las ciudades inteligentes más allá de la dimensión tecnológica.

Su informe Índice IESE Cities in Motion 2018 deja tres grandes ganadoras en líneas generales – Nueva York, Londres y París – y muchas lecciones en los detalles. Esto es lo que ha hecho a las ciudades más smart del mundo ser lo que son.

La receta de lo smart

Estas tres ciudades destacan de forma sistemática en el índice de smart cities. ¿Pero qué las hace alcanzar ese nivel de desarrollo inteligente? “Se trata de grandes ciudades consolidadas, siendo centros económicos, sociales, políticos y culturales de sus respectivos países; y además son ciudades globales. Sin embargo, la ciudad perfecta no existe, y estas ciudades también deben intentar balancear sus puntos débiles, como, por ejemplo, en el caso de Nueva York, mejorar la cohesión social y reducir la inequidad”, indican Pascual Berrone, Joan Enric Ricart y Ana Isabel Duch.

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