los primeros aeropuertos

Diego Marín de Aguilera era un campesino hijo de campesinos de la Ribera del Duero. Hace más de 200 años, su empeño y curiosidad le convirtieron en inventor y su tesón, en el primer hombre en volar en España. O eso cuentan las buenas lenguas. Como él, cientos de personas han querido imitar a los pájaros y alzar el vuelo, aun a riesgo de que los tachasen de locos.

El inventor castellano creó una estructura de madera y plumas que le permitió planear por encima de un río. Recorrió una distancia total de 431 varas (o 360 metros) sobrevolando la tierra más de un siglo antes de que los hermanos Wright cambiasen el mundo. 200 años después, 11.000 aviones recorren el planeta cada minuto del día y más de 3.000 millones de pasajeros se suben a un avión cada año, según la asociación Air Transport Action Group. Y casi todos utilizan un aeropuerto.

Hoy, mientras llevamos los billetes electrónicos en el móvil, nos dejamos arrastrar por las cintas de las terminales o pasamos un escáner en 3D, no solemos pensar que todo empezó con un sueño, una obsesión con un río que cruzar, un campo de tierra del que despegar para no volver a poner los pies en el suelo. Y no hace tanto tiempo de ello.

Seguir leyendo en Ferrovial.