escasez de sodio en la selva

En el interior de la selva existe un extraño lugar. Los locales lo conocen como collpa. Allí, dicen, los animales comen tierra. De monos a guacamayos, la vida del Amazonas se congrega para alimentarse del suelo. Durante años, las collpas, salados o saladeros no fueron más que un lugar para que los turistas observasen la fauna. Hoy sabemos que tienen que ver con la lucha por un mineral escaso en la selva.

El Amazonas y otras selvas tropicales tienen recursos abundantes. Vegetación (si no se quema), fruta, agua, carne… Los bosques son buenos lugares para vivir. Por eso son, también, ecosistemas en los que florece la biodiversidad y la competencia animal y vegetal es elevada. Y cuando algo escasea, cada uno busca la mejor solución. En el Amazonas, la búsqueda de sal dirige el día a día de la mayoría de especies. El sodio es casi tan prioritario (y mucho más complicado de conseguir) que la comida y la bebida.

¿Quién necesita sal para vivir?

Respuesta rápida. Todos. Es cierto que los seres humanos consumimos demasiada sal. Nos gusta su sabor porque nuestro organismo aprendió a reconocerlo como algo positivo en una época muy diferente a la actual. Lo mismo sucede con otros alimentos, como el azúcar o la grasa. Para la mayoría de los animales, la sal sigue siendo algo poco abundante en su dieta. En muchos casos, directamente, brilla por su ausencia.

La sal, en el organismo, se descompone en iones de sodio y cloro. Tal como señalan en este artículo de la universidad de Hawái, el sodio es esencial para el funcionamiento nervioso y muscular y juega un papel clave en la regulación de fluidos corporales. Es, además, fundamental para la homeostasis, la propiedad de los organismos de mantener una condición interna estable intercambiando materia y energía con el exterior.

Por otro lado, los iones de cloro contribuyen a la regulación del pH y la presión de la sangre. Y son un componente importante en la producción de jugos gástricos en aquellas especies que tienen un tipo de digestión ácida (como los humanos). “Algunos animales terrestres tienen dietas deficientes en sal. Estos animales deben encontrar fuentes suplementarias de estos elementos”, señalan desde la universidad estadounidense. Y sus soluciones son de lo más ingenioso.

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