serenos en la actualidad

En lugar de un chuzo, llevan un chaleco amarillo. Y han cambiado las llaves y la vigilancia moral por el cuidado del mobiliario urbano y la asistencia a los vecinos. Los serenos han resurgido en Gijón y cumplen 20 años como empresa de economía social.

“¡Son las doce y sereno!”. La primera vez que se escuchó la voz del sereno en Asturias, seguida de un largo silbido, corría el año 1820. El primer cuerpo de serenos había surgido en Valencia unas décadas antes para encargarse del alumbrado (había que encenderlo y apagarlo manualmente) y la seguridad de las calles. Ya en el siglo XX, durante la dictadura franquista, el sereno evolucionó en un vigilante moral y político de las calles. Después de 1977, su uso fue decayendo y a finales del milenio no quedaba ninguno en activo.

Hasta que Gijón quiso recuperar el oficio. “Se buscaba adaptar la figura del sereno tradicional a una ciudad distinta”, explica Lorenzo Pañeda, director de Serenos de Gijón. “No nos parecemos en nada a los de antes más que en el nombre. Nosotros tenemos muy claro que tenemos que respetar el anonimato y la privacidad de las personas. Y tampoco llevamos las llaves de los portales”.

Aun así, sí que efectúan labores de seguridad pasiva. “Trabajamos en dos líneas fundamentales: atender la ciudad y atender a los ciudadanos”, añade Pañeda. Esta es la historia de éxito del Servicio de Serenos de Gijón, una empresa social que invierte todo lo que gana en sí misma y en generar empleo.

Una historia ligada al municipio

Serenos de Gijón cumple 20 años en funcionamiento. En 1999, como parte de un plan de empleo del Ayuntamiento apoyado por la Federación Española de Municipios y Provincias, se lanzaron diferentes proyectos, entre ellos, el de los serenos. “Era el momento de la crisis del naval, había un gran problema de desempleo y se buscó dar oportunidades a la gente y reincorporarla al mercado laboral”, señala Lorenzo Pañeda.

Tras probar su buen funcionamiento y una vez que se acabó el plan de empleo, se exploraron otras vías. Al año siguiente se probó a trabajar con los comerciantes y con la inserción de parados mayores de 45. “Y al tercer año contactaron con Asata, la Agrupación de Sociedades Asturianas de Trabajo Asociado y Economía Social. Les hicimos el plan de viabilidad y montamos una empresa, primero una sociedad limitada laboral. Ya desde el último año trabajamos como empresa de inserción”, detalla el director de Serenos de Gijón.