Desde el principio, el ser humano ha querido moldear la naturaleza a su antojo. Primero, poco a poco. Con pequeños ingenios, domesticaciones y cultivos. Pero el ritmo y el impacto de su mano han ido aumentando con los siglos. Para el Homo sapiens, la naturaleza es fuente de recursos y también de amenazas. Ahora, las últimas técnicas de edición genética le han dado a la especie la capacidad de acabar con uno de sus grandes miedos: las plagas.
La capacidad de cambiar la naturaleza ha llevado a la especie a conquistar cada hábitat del planeta (e incluso a poner pie fuera de la Tierra). A lograr escapar, por momentos, de la rueda de la selección natural. Sin embargo, también ha tenido consecuencias desastrosas sobre el mundo. El debate lleva servido muchos años y regresa a la actualidad con CRISPR, la edición genética y el control de plagas.
Especies a nuestro antojo
La influencia del ser humano sobre especies animales y vegetales se pierde en la historia. No hay más que ver cómo eran los primeros granos cultivados o cómo han cambiado las especies domésticas a lo largo del tiempo. En las últimas décadas ha entrado en juego una nueva forma de moldear el mundo natural: la edición genética. A pesar de que cuenta con detractores y algunas leyes la limitan, muchos alimentos transgénicos se han ido abriendo paso.
Está el salmón de rápido crecimiento desarrollado por AquaBounty Technologies en Maynard, Massachusetts. O los champiñones que no se oxidan una vez cortados. Ambos son alimentos aprobados para consumo humano porque no entrañan riesgos. En laboratorio, además, la edición genética se está aplicando a muchas otras especies.
El emprendedor biotecnológico Brian Gillis está intentando ayudar a las abejas a resistir las enfermedades que están diezmando la población mundial. En el Roslin Institute de Edimburgo trabajan para erradicar la peste porcina. Y es que, en los últimos años, la entrada en escena de CRISPR lo ha puesto todo patas arriba.
Esta técnica, copiada de las arqueas y descubierta por el microbiólogo español Francis Mójica, ha permitido editar los genes de plantas y animales con una precisión antes imposible. Permite, literalmente, cortar y pegar trocitos de información en las microscópicas cadenas de ADN. Así, la investigación genética se ha disparado en los últimos años. Y muchos de sus objetivos están encaminados a la lucha contra las plagas y los animales que las transmiten.
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